Historia de San Cosme y San Damián
Cosme y Damián fueron dos hermanos médicos cristianos, célebres por su habilidad en el ejercicio de su profesión y por su costumbre de prestar servicios desinteresadamente. Los dos hermanos fueron torturados, quemados vivos y, como sobrevivieron, fueron decapitados por orden de Diocleciano hacia el año 300 d. C. La devoción a los dos hermanos fue una de las más extendidas a partir de la segunda mitad del siglo IV, en tanto que en el siglo siguiente Teodoreto de Ciro refiere noticias de su martirio y de su culto.
La festividad de Cosme y Damián se celebra el 27 de septiembre. Cosme significa en griego “adornado, bien presentado”, y Damián “domador de sí mismo”. Se los considera patronos de los médicos en general (junto con Lucas el Evangelista) y de los cirujanos en particular, de los farmacéuticos (junto con Santiago el Mayor), y de los barberos (junto con Catalina de Alejandría y Martín de Porres).
La tradición oral relata que ambos hermanos ejercieron siempre su profesión sin cobrar a los enfermos. Naturales de Arabia, uno de sus milagros más conocidos fue el trasplante de una pierna a un enfermo, la pierna de un criado negro muerto poco antes.
Los hermanos gemelos vivían en Égea, sobre la costa de la bahía de Alejandreta, en Cilicia. Fueron encarcelados y torturados por Lisias, el gobernador de Cilicia con beneplácito del emperador Diocleciano, sobre el año 300 d.C, sobreviviendo a todos los martirios por intervención divina hasta que sus verdugos decidieron separar las cabezas de sus troncos por medio de una espada, decapitándolos. Posteriormente quedaron sepultados en Cirrhus (Ciro), Siria, ciudad esta que llegó a ser el centro principal de su culto, donde se erigió asimismo una basílica en su honor. Posteriormente, su culto pasó a Roma y, más tarde, se propagó por toda la Iglesia. Capillas, iglesias y otros recintos religiosos dedicados a los patrones de la cirugía se encuentran repartidos por todo el orbe cristiano.
Se habla de milagros y curaciones maravillosas, obrados por los mártires después de su muerte y entre las personas distinguidas que atribuyeron su curación a los santos Cosme y Damián, figuró el emperador Justiniano I, este se hallaba al borde de la muerte debido a una grave isquemia en una de sus piernas, quizá causada por un ergotismo. El diácono rezó a los santos implorando su curación. En un sueño se le aparecieron Cosme y Damián al lado de su cama, portando instrumental quirúrgico (cuchillos, ungüentos) y vistiendo una túnica y una capa. Amputaron entonces la pierna enferma al diácono y Cosme preguntó a su hermano “¿Qué hacemos ahora?” Damián le respondió: “en el día de hoy ha muerto un hombre moro (etíope en otras versiones) y ha sido enterrado en un cementerio cercano. Podemos usar una de sus piernas pues ya no la necesita”. Así lo hicieron, cortaron la pierna del difunto y la unieron al muñón del diácono utilizando uno de sus ungüentos.
A principios del siglo V, se levantaron en Constantinopla dos grandes iglesias en honor de los mártires. La basílica que el Papa Félix (526-530) erigió en honor de Cosme y Damián en el Foro Romano fue dedicada el 27 de septiembre.
La espada de la que la tradición aseguraba ser la que intervino en la decapitación de los mártires, conocida como espada de San Cosme y San Damián o espada de Essen, fue originalmente un regalo al rey Otón III, y hoy se encuentra expuesta, dentro de su funda recamada de oro, en la cámara del tesoro de la catedral de Essen en Alemania. A finales del siglo XV aparecen en la ciudad las primeras manifestaciones documentadas del fervor religioso que el objeto despertaba, atribuido a la inscripción que rezaba en ella: Gladius cum quo decollati fuerunt nostri patroni (la espada con la que nuestros patronos fueron decapitados), así como a los ornamentos y figuras del gótico tardío que mostraba la banda que ciñe la vaina.
Fuente de documental: mieres.es